Puedo recordar cada uno de los nombres de las Directoras donde fui a contar cuentos.
Puedo recordar lo que me costo y el tiempo para llegar.
Puedo recordar los interminables caminos arriba del bondi, y los saludos al chofer y a los viajantes de los paisanosy paisanas cuando subian.
Puedo recordar cada Seño con su aura, porque a esas Seños se les ve el aura posta posta.
Puedo recordar los olores de cada una de las cocinas, las cocineras y las ayudantes. Los tes, los cafes, los mates y galletitas q me ofrecian.
Puedo recordar la insistencia para q repita el plato del almuerzo varias veces, y mi panza pipona pipona queria despues dormir la siesta.
Puedo recordar cada abrazo de lxs pibinxs, recordar el sonido en su garganta cuando decian mi nombre.
Puedo recordar a los porteros, ex combatientes de Malvinas.
Puedo recordar cada dia con el sol saliendo, mi llegada y la cara de todxs los pibinxs.
Puedo recordar las lagrimas de nuestros futuritos, cuando me iba con mi valija y me gritaban mi nombre, y no dejaban de gritarme, hasta cuando subi al colectivo q pasa cada una hora y media.
Puedo recordar el silencio inmenso cuando caminas hacia la ruta.
Las voces de los pibines a lo lejos mezclada con el silbar de los pajaros.
No me pregunten porque puedo recordar cada segundo de las Escuelas Rurales donde conte cuentos.
Lo que se, es que nunca te olvidas de una Escuela Rural.
Nunca.
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