martes, 5 de octubre de 2021

Un lugar seguro y calentito.


 A esa nena  se le caían las lágrimas de angustia. Lloraba abrazada a la Bibliotecaria. No era congoja, ni llanto ni histeria.  Lágrimas  en cámara lenta se deslizaban por su rostro. Un tierno pucherito a punto de salirle el corazón del pecho. Nada de bronca, ni rebeldía. No hay capricho en ese llanto, ni grito.

 Ahogada la garganta que se atraganta buscando el aire. No hay puño apretado. Sus ojos cada vez mas chiquitos se pierden en sus pestañas de lluvia. Su mirada rota congelaba la escuela.

Más tarde la veo reír con mis cuentos en medio de cientos de rostros. Sus cachetes rojos de risa. Se reía con toda la vida que hasta pude ver su ultima muela en la profundidad de su alegría.

Al final, le pregunté a la Bibliotecaria por la nena angustiada que la abrazaba antes, y me dijo:

- Estaba angustiada por el miedo de olvidarse la letra en la actuación que tiene q hacer en un rato para la Feria del Libro-

- Seño a todos nos sucede eso, antes de salir a escena, queremos salir corriendo y perdernos por ahi. Meternos en un lugar seguro y calientito pensando que el miedo se va, pero no se va, está quieto al lado nuestro. El miedo se va cuando no nos escondemos. 

-Decíselo vos Daniel-

- No Seño, yo sólo tengo valentía para contar cuentos. En lo demás me escondo, me meto en un lugar seguro y calentito pensando que el miedo se va. Pero el miedo no se va.

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